jueves, 4 de febrero de 2016
Capitulo II: El Guardián
Eveleen... Eveleen era diferente, tan diferente a Claudio, tenía tanto que hacer que debía dejar de lado esas pequeñas cosas que Claudio jamás abandonaba, él no tenía esa presión inmensa del Imperio sobre sus hombros, él simplemente vivía para las niñas. Ella por su parte, y además de dirigir el imperio, intercedía en los consejos de vampiros de oriente y occidente por los humanos, quienes hasta ese minuto solo eran una molestia pero solo oía respuestas desagradables de su entorno; los Vampiros Mayores le tenían respeto pero el tema de los humanos era simplemente discutir por quienes iban a obtener sus tierras, sus riquezas y sus cuerpos cuando las batallas acabaran dejándola a ella fuera de discusión con sus ideas pro humanos.
No podía pelear o romper relaciones estratégicas, no podía gritar mas sin quebrarse así que decidió ir acompañada a las siguientes reuniones, eligió a un joven capitán de su guardia llamado Mephisto quien, con su porte y arrogancia podría persuadir perfectamente a cualquiera de escucharla e intimidar a quienes la menospreciaban por su juventud. En un principio Eveleen no le había prestado atención pero un hombre así no pasa desapercibido facilmente.
- Comandante Stige - Comenzó hablando a uno de sus hombres de confianza
- Qué me puede decir de Mephisto? -
El Comandante la miró silencioso y posó sus ojos sobre el joven
- Es bastante joven, o por lo menos eso parece, pero es un buen tipo, cumple todas las misiones que se le asignan sin siquiera dudarlo. Es discreto y de mi entera confianza -
Volteó su rostro hacia ella y se salió de protocolo
- Lo necesitas para algo? -
Ella lo miró y recordó las batallas que había combatido a su lado, uno de los leales que la acompañaron a esta aventura que era liderar el imperio vampírico. Sonrió un poco amarga
- Necesito a alguien asi junto a mi, necesito un poco de "atención" en el Concilio -
Stige sonrió
- El te servirá -
El comandante habló con Mephisto y le fue asignado acompañar a la Emperatriz Eveleen a sus reuniones en el Concilio, no separarse de su lado y por sobre todo discreción en aquello que escuchara. Mephisto asintió y mientras se retiraba sintio la voz de su comandante
-Mañana partes al sur con Eveleen, cuidala con tu vida-
Mephisto se detuvo sin voltearse, inclino levemente la cabeza y salió raudo por la puerta.
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Al día siguiente, cuando comenzaba a caer la noche, Mephisto esperaba quieto como una estatua que la emperatriz llegara al carruaje para poder partir, pero sintió mas voces que se acercaban junto a ella.
- Comandante Stige, queda a cargo del cuidado del castillo y de todo lo relevante -
Este inclinó la cabeza a su lado pero fue interrumpido por Nadine quien llegó corriendo a su lado
- Mamá!!! nos puedes tras algo bello de tu viaje? vas lejos de nuevo? volverás para ir a nadar con papá y con Paulette?? -
La cara de Eveleen se ensombreció y Mephisto logró verla de reojo mientras llegaban a su lado, una jovencita sin experiencia.
- Hija mia, no creo que llegue para poder ir junto a ustedes al lago, es un viaje largo esta vez pero les traeré cosas hermosas del viaje, no te preocupes -
Mephisto hizo una reverencia a Eveleen y esta sonrió un poco asombrada, Mephisto debia medir por lo menos 2 metros y su piel pálida le daba un aspecto bastante sombrío pero Eveleen vio algo en sus ojos que la tranquilizó
- Estas listo Mephisto? -
- Si mi Señora -
El viaje de ida fue silencioso, luego de despedirse de Nadine, Eveleen se situó en el interior del carruaje con un libro mientras Mephisto estaba en la parte posterior de este contemplando la luna. El viaje duro unos tres días.
Luego de llegar a la ciudad del sur y no con mucho tiempo a su favor, entraron ambos al concilio. Mientras ella hablaba esos temas serios que Mephisto apenas comprendía, levantaba la vista y le sonreía para luego continuar sumida en sus asuntos; los otros asistentes miraban a Mephisto nerviosos, la sola idea de Eveleen con un gerrero asi infundia temor aunque no desconocian el historial de batallas que ella habia luchado anteriormente.
Todo resulto un exito, Eveleen fue escuchada, la idea de no matar humanos por diversion ya era un paso, y aunque ella buscaba mayor cuidado con los humanos se sentia satisfecha y agradecida con Mephisto.
Decidieron volver ese mismo dia, a pesar de lo largo del viaje pero la carroza tuvo un desperfecto y tuvieron que detenerse
- Señora, debo excusarme por esto pero el carruaje ha tenido un problema -
Dijo un poco acongojado Mephisto aunque para su sorpresa ella sonrio sin darle mayor importancia
- Bueno, estaremos un rato por aca y solo hay que tener paciencia… o acaso no la tienes? -
El la miro, ella sonreía, parecía una niña con su virtud intacta y quedo mudo, bajó los ojos y trato de componerse
- No… no suelo tener mucha paciencia -
Pero ella ya había caminado un poco y se sentó bajo un frondoso árbol y grito
- Hey!! Mephisto!! Ven a comer -
Mephisto sonrió como hacia años no lo hacia, sacudió la cabeza para dejar de pensar en lo ocurrido y fue a su lado mientras el cochero trataba de reparar el vehículo. Esto tomó horas pero en esas horas Mephisto había cambiado, esta muchacha que apenas tenía ciento cincuenta años le hablaba de un mundo menos complicado, de un imperio vampírico hecho con esfuerzo y que mantuviera el respeto hacia las otras razas, le hablaba de leer y educarse, de saber jugar y correr como los niños y de simplemente seguir los instintos que le dictaba su corazón.
Al volver a palacio ya nada era igual, Mephisto odiaba a Claudio y veía en Eveleen a una persona bastante única y especial a quien debía proteger por sobre todas las cosas.
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