sábado, 5 de noviembre de 2016

Capitulo IV: Vida por Vida



  Los pasos rapidos de los curanderos jóvenes contrastaban con el del anciano; implementos, fuego fatuo, vasijas, velas, libros iban en los brazos de los criados hasta la pieza de Eveleen. Todo quedó en perfecto orden, entro el anciano junto a otro curandero, entro Mephisto con Nadine de la mano y ella cerro la puerta 

- Mi querida señora, la única forma que he podido encontrar para ayudarla es drenar la sangre de su hija y entregarle sangre pura para que esa parte vampirica que tiene dormida dentro de si despierte y la salve -

 Mephisto la miro silencioso y el anciano continuó

- Quizás usted no sobreviva Mi Señora, pero estoy seguro de que ella lo hara -.

 Eveleen miro a Nadine y a Mephisto pero sus ojos se posaron en Paulette por unos segundos y no dudo “

- Hagámoslo, si debo morir asi será -

 Nadine comenzó a llorar y Mephisto la abrazó fuerte aunque el mismo temblaba al pensar en que pasaría si esto no funcionaba, un mudo ruego cruzaba los labios del guerrero "Si tu la despiertas yo..." el anciano puso una vasija frente a ella, bajo el fuego y esta se cortó ambas muñecas dejando la sangre caer dentro; el otro curandero cortó el cuello de Paulette drenando asi la sangre de esta en una vasija diferente 

Ya no hay vuelta atrás... a tu lado nunca la habrá

  Lentamente Eveleen comenzó a desvanecerse y Mephisto decidió saltarse todos los protocolos y la tomó con fuerza en sus brazos 

“Aguante Mi Señora, yo la sostendré, si necesita yo le daré mi sangre y la cuidaré

 Eveleen lo miró, sus ojos dejaban de ser negros lentamente y volvían a su tono original, anaranjados… ya no había vínculo con Claudio, se deshacía bajo el ardor del fuego fatuo y esta sangre pura se sacaba en vasos para que Paulette despertara.
 

  Rápidamente Eveleen cayó a los brazos de Mephisto mientras Paulette habría los ojos, todo había servido y, aunque Mephisto aún afirmaba a Eveleen se detuvo en la niña y sonrió como si le hubieran sacado una tonelada de los hombros, corto su cuello dejando que las gotas cayeran en la boca de Eveleen 

“Por favor, despierta… ella te necesita…”

 Nadine se acercó a ambos y levanto con fuerza a su madre poniéndola junto al cuello de Mephisto, no dijo nada pero sonrió cuando esta comenzó a tragar instintivamente y se volvió a Paulette quien la buscaba con la vista 

- Ya todo acabo hermana, descansa y recupérate para que volvamos a estar juntas -

  Paulette despertó, había algo dentro de ella que la sostenía con fuerza, que la afirmaba en sus tropiezos y que la guiaba, aun seguía siendo débil, aún le costaba sostener completamente su cuerpo pero estaba viva y eso era importante. Nadine le había contado algunas cosas, le había dicho que Mephisto le salvó la vida, que su madre le dio una nueva oportunidad y que ella no había despertado desde que la salvó… 

  Eveleen no despertó luego de aferrarse a Mephisto, su corazón estaba roto, su alma estaba rota, sentía que le había fallado a todo el mundo y no quería despertar, ya simplemente no quería luchar, Mephisto había estado en el umbral de la puerta desde que la pusieron en la cama, sentía que debía hacer algo, ayudar, pero no se atrevía a entrar.  Habia mantenido silencio desde que ella se desmayo, solo había mirado a Paulette desde las tinieblas con miedo a acercarse, su mirada no se había apartado de ella y esperaba noticias de Eveleen hasta que sintió un roce, era una sensación única, perfecta y se volteó bruscamente para encontrarse con Paulette tras de él y palidecer por completo 

- Perdon… yo…-

  El se turbó, apenas podía articular palabras y Paulette se acercó más a el y lo abrazó

- Gracias, gracias por salvarme, gracias por ayudar a mi madre… por estar con ella -

 Los ojos de él se llenaron de lagrimas y perdió la compostura que había mantenido, cayendo de rodillas ante la niña y aferrándola a su pecho 

“… Me alegra tanto que estes bien, estoy muy feliz de verte” 

  Paulette lo miró de una manera muy especial y única, sonrió y lo instó a levantarse mientras se acercaba a la habitación de su madre, y se sentaba junto a ella 

- Madre, gracias… gracias por amarme tanto, por ayudarme, por todo lo que haces por mi… tienes que despertar pronto madre, Nadine y yo te necesitamos, la gente te necesita… Mephisto te necesita mucho…-

  Ella miro a Mephisto mientras le dedicaba una leve sonrisa y salió de le habitación.
 

  Mephisto tembló, en un principio penso que sentiría a Eveleen en el cuerpo de la niña, pero cuando rozo sus dedos, vio sus ojos y sintió su olor no fue lo mismo, había algo único en Paulette que Eveleen jamas había tenido y jamas tendría… veía a la Eveleen, trataba de pensar en la primera vez que la vio sonreír y no era la misma, ahora era un cuerpo vacío... su alegría se habia ido.
 Llevaba varios días esperando que despertara, se sentía agotado y la cabeza le daba vueltas, se acercó a ella al borde de la desesperación y comenzó a hablarle 

- Llegué a tu lado porque eres joven y bella, porque luces débil, porque necesitabas que yo intimidara a quienes debían oírte y los obligara a hacerlo, creí que mi vida era perfecta asi, disfrutando esos momentos, soñando que podría subir mas aun en mi rango hasta que me hablaste y me sacaste de ese mundo solitario y ambicioso, hasta que me hiciste ver cuan hermosas son las estrellas cuando las miro, soñé en mirarlas junto a ti; cuan importante es aprender y soñé con aprender a tu lado; cuan maravillosa es la risa, en especial si venía de tus labios... Te di mi sangre cuando pensé que iba a perder todo eso y ahora no se que me pasa, siento que debo entregar mi vida a cambio …aunque...eso es lo que prometí si ella se salvaba...-

  Miró hacia la puerta buscando algo que no estaba allí, algo que lo llamaba a gritos, tomó la mano de Eveleen entre las suyas y lloro silencioso mientras continuaba 

No se que mas hacer, no soy brujo, no hago conjuros, no se a que dios rezarle, solo se que debo ser tu apoyo en lo que necesites…-

  Y asi tomados de las manos Mephisto se rindió al cansancio, las lágrimas cayeron por sus mejillas y cayó rendido.

  Esa mañana Eveleen despertó, trato de mover sus dedos pero le resulto imposible, su mano izquerda estaba paralizada, quería tocar a Mephisto que estaba a su lado, despertarlo, sonreírle, pero apenas podía hacerlo, trató de moverse en la cama y le resultaba difícil, sentía rocas apresándola, sus movimientos se habían vuelto lentos, todo le dolía y lloró, con increíble dolor, y solo pudo musitar “Me-phis-to…” aunque su voz sonaba extraña, como si hubiera gritado por horas… El abrió los ojos, sentia un pequeño murmullo a su lado y la vio, vio sus ojos anaranjados abiertos, vio lagrimas, la vio tratando de moverse, de mover su cuerpo y la abrazo 


- Mi Señora… Eveleen… como se encuentra? -

 Ella levanto su mano derecha y rozó su mejilla, sonrió cansada, preocupada, dolorida y trato de hablar 

- Pau-lette… como…-

  Y Mephisto sonrió

- Está bien, ella esta viva gracias a usted. Vino a verla, a agradecerle. Ahora llamaré a los ancianos, deben verla -

 Mephisto la soltó delicadamente, sonreía inmensamente y bajó las escaleras llamando a los Ancianos.
 
 - Mi Señora, me alegra verla despierta… todos temimos lo peor -

  Nadine se había sentado junto a Eveleen y Paulette estaba junto a Mephisto, volvió a tratar de mover su mano izquierda pero fue inútil, el anciano se acercó a examinarla y movió su cabeza negativamente 

- Mi señora, su cuerpo quedó con muchos daños, su mano izquierda no tiene movilidad, sus cuerdas vocales están desgarradas, su cuerpo tiene dificultades para moverse… lo único que podría arreglar seria su voz, mas el resto escapa a mis manos -

  Mephisto se adelantó

 - No importa nada, Mi Señora esta viva y eso es lo importante -

  Eveleen sonrio levemente, y el anciano lo noto 

- Mi señora, puedo hablar con usted en privado?

  Eveleen asintió mientras las niñas salían junto a Mephisto y a algunas criadas. El anciano espero que todos se fueran para hablar 

- Mi señora, se que este no es el mejor momento para esto pero creo que es el minuto para tomar una decisión respecto al romano. Los Vampiros mayores y el Concilio están preocupados por usted, por las princesas… usted sabe que él fue aceptado solo si no se consideraba un peligro pero ahora… ahora que usted casi muere, que una de las herederas se vio en peligro… usted me entiende -
 
   El hombre bajó la vista, le aterraba ver a algún Vampiro mayor o quizás alguna guerra en contra de ella. Eveleen se incorporó con dificultad, lo miró con un dejo de tristeza pero decidida 


- Don-de… Clau-dio?-

- Lo llevamos a una celda lejos de las princesas, su cuerpo ha envejecido desde que se deshizo el vínculo…-

- Lleva-me - 

El hombre asintió

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  El descenso a las celdas fue lento, ella insistió en ir solo acompañada del anciano, aunque esto dificulto su marcha. Bajó escalones y atravesó puertas hasta llegar a una celda de piedra que, a pesar de lo que se pudiera creer, estaba bastante iluminada. 

- Claudio… -

 Musito aun con un poco de dificultad y una figura encorvada frente a ella se volteo con desesperación 

- Eveleen? Eres tú? - 

  El sonreía casi estúpidamente, recordaba solo imágenes de tantos años con ella tras la rotura del vínculo, todavía recordaba su infinita belleza pero a ver su mano inmóvil y la dificultad para moverse de la mujer, retrocedio con miedo

- Recuerdas algo?.. Sabes quién soy?... o qué ha pasado? - 

  El hombre sostuvo su cabeza con ambas manos, apenas recordaba imágenes de lo que había pasado casi 100 años antes, lo mas actual parecía simplemente un sueño o una pesadilla 

- Eveleen tu brazo… tu cuerpo…-

 Ella aguantó las lágrimas, pero ya no quería sufrir mas ni tampoco verlo sufrir 

- Te conozco… desde hace mas de 100 años y te amé mas que a mi vida, te hice parte de mi vida, desconocí a mi familia y a mis tradiciones por amarte, pero también te alejé de los tuyos, te hice extranjero en tu mundo… fui inconsciente, no pensé en el daño que nos hacía a ambos pero te quería conmigo, no veía nada mas... Que error mas grande cometí!
 
 Claudio la miró, él aun conservaba esos bellos ojos celestes tan humanos y cálidos y ella no quiso sotener su mirada 

- Podríamos haber continuado asi hasta el fin de los días, hasta que mi cuerpo se destruyera o que se yo, pero mi descuido no nos daño a nosotros, Paulette casi muere y eso no puedo aceptarlo. Todo es mi culpa-

  Pero él la interrumpio, recordaba vagamente lo ocurrido y le dolía el pecho 

- Yo te pedi estar juntos por siempre, lo rogué una y otra vez -

 y ella asintió 

- Pero yo no debo solo pensar en mi, debo mirar hacia adelante, hacia quienes dependen de mis decisiones, de lo que yo diga… no puedo simplemente permitir que alguien mas se dañe por lo que hago, a veces debo ceder, aguantar, aunque las cosas no me gusten, mi rango me lo impide. Contigo no pude evitarlo, me rendí ante ti y fui feliz, no lo niego, pero mis hijas se vieron en peligro y no dude en entregarme a su salvación y asi estoy, con mi brazo sin movilidad y un cuerpo desgastado, aunque no me importa si es que ella al fin esta bien -

  Una sonrisa cruzo por los labios de Claudio, su pequeña estaba bien y le daba consuelo, pero él sabia que esa conversación no había terminado y tras un breve silencio de Eveleen el anciano habló

- Tu sabes que vas a morir, si no es por la mano de alguien, será por el deterioro de tu cuerpo y los ghoul sufren la falta de sangre… arderás por dentro, te quemarás en la oscuridad absoluta… - 

- Propones algo anciano? -

 Dijo el romano con burla, pero sin negar sus palabras 

- Por desgracia no soy yo quien decide si tu mueres o no, si alguien nos dará el placer de eliminarte o lentamente te veremos arder. Solamente ella puede decidirlo, aunque esperamos de alguna forma que t{u tomes esa decisión -




   El anciano se volteó, se alejo unos metros y dejo a Eveleen junto a Claudio 


- Recuerdas como nos conocimos? Yo si, recuerdo como tú y los tuyos nos salvaron de un ataque de demonios, recuerdo tus ojos suaves  a pesar de que eras una fiera guerrera con un hacha en tus manos… mátame Eveleen, mátame para no soñar mas con tus ojos, para dejar de pensar en ti, para que el Guardián de las Almas me deje descansar y ser libre de tu amor… mátame con tu hacha, quiero morir bajo tu mano -

  Eveleen estalló en llanto, ya ni eso podía hacer, ya no podía tomar su hacha, defender a su pueblo, no podía cuidarlo, no podía salir de ese agujero de dolor en el que quedó sumergida desde que Paulette casi murió 

- No puedo hacerlo yo, apenas puedo caminar…-

- Dile a Mephisto que lo haga, que me mate con tu hacha -

Y ella asintió, se limpió las lágrimas con el dorso de la mano que aun podía mover y se levantó silenciosa, retirándose lentamente de la celda de Claudio mientras este agachaba la cabeza y se recluia en las sombras nuevamente.

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  Mephisto la miró y asintió sin decir palabra, debía servirla, siempre lo haría y de alguna forma sentia que le haría pagar el dolor causado. Tomó el hacha que le tendían y se alejó tras una reverencia, cruzó algunos pasillos y tras un pilar sombrio sintió una voz 

- Tú… tu vas a…? -

  Se volteó inmediatamente, nervioso, y vio sus ojos de diferente color mirándolo con dolor, mas asumiendo la situación 

- Debo hacerlo, es una orden pero también es mas humano que dejarlo morir quemado en su celda -

 - Humano? -

  Ella lo miró dudosa, no lo entendía 

- Tu madre me enseñó que no hay necesidad de ir matando a la gente por placer, pero tampoco dejarlos sufrir si no hay solución alguna para su destino -

Respiró un poco ahogada, una lágrima cruzo su rostro, empuño sus manos y a él se le quebró el corazón 

- No quiero que sufra, no quiero que le duela, aunque no le guste a nadie es mi padre y lo amo…-

  Ya no fue solo una lágrima la que cruzo su rostro, fueron muchas y él solo se arrodilló ante ella y la abrazo mientras susurraba en su oído 

- El finalmente va a descansar, su cuerpo no lo va a consumir y eso es lo que le traerá paz, yo haré que no le duela, que todo sea rápido, que no sufra -

- Me lo juras? -

- Te lo juro, a ti menos que a nadie podría mentirte -

 Ella sonrió y lo dejó ir, desapareciendo tras las sombras del pilar.

  Claudio sintió la puerta, vio al alto hombre entrar con su armadura y cargando un hacha, sonrió aliviado mientras sus ojos cansados se cerraban. Mephisto entro en la celda, se disponía a explicarle a Claudio de alguna forma que era lo que haría pero este lo interrumpio 

- Cuídalas, a Eveleen, a Nadine, a Paulette…”

 Mephisto se turbó, pero se sintió aliviado. Tomó el hacha con mas seguridad y asesto un certero golpe cortándole la cabeza a Claudio

 - Te prometo que las cuidaré, que Paulette no sufrirá mas -

  Bajó el hacha y se volteó sin dolor o remordimiento, ahora simplemente sentia odio por ese cuerpo que aun se sacudia bajo sus pies con espasmos, odio por ese ser que hizo que ella llorara pidiéndole clemencia.
 

viernes, 11 de marzo de 2016

Capitulo III: Esa débil sombra


  La rutina de Mephisto consistía en lo mismo cada día, estaba en pie cuando el crepúsculo comenzaba a caer, luego paseaba por los establos aún con la luz anaranjada del sol cayendo sobre el castillo y hacía una ronda antes de que el movimiento comenzara, cuando la oscuridad llenara todos los rincones. No podemos decir que le agradara mucho el sol pero apreciaba mucho su soledad como para sacrificar un poco de su vitalidad.
  Durante esos paseos siempre sentía algo extraño, un olor especial, una sombra, un "algo" que le decía que no estaba solo, que jamas lo estaría... Y sonreía.
 
 Paulette esperaba con ansias ese día, reía mientras paseaba lentamente por los pasillos del castillo en espera de que oscureciera, su madre había vuelto y saldrían junto a su padre y Nadine con destino a un lago dentro de una caverna. El camino era corto, lo recorría a diario a esas mismas horas para disfrutar del calor del sol, ese sol que todos parecían odiar tan horriblemente menos ella.
  Había sentido a los criados comenzar a moverse, a la gente del castillo despertar, quiso alcanzarlos, volver a su habitación antes de que alguien comenzara a gritarle por salir sola. El roce del terciopelo por el suelo marcaba su paso en el pasillo que conectaba el establo con el castillo, sintió desde dentro los gritos de emoción de Nadine y trató de apurarse para llegar junto a ella pero un escalón delgado y su propio vestido la hicieron tropezar y golpearse la cabeza en el mármol, su cuerpo delgado y frágil se quebraba casi como un cuerpo humano y la sangre brotaba de su boca. Nadie la vió, nadie sintió el golpe de esta en el suelo, sus ojos lentamente se cerraron.
   La figura alta de Mephisto asomaba por entre los carruajes ubicados en la caballeriza cuando divisó el carruaje en el que sabía saldría Eveleen con las princesas pero una sombra tendida en el suelo lo sacó de sus pensamiento. Se abrió camino rapidamente y al llegar junto a ella vió a Paulette tendida en el suelo y cubierta de sangre, la tomó en brazos y sintió frio, el cuerpo no respondía, la vida se escapaba entre sus dedos y corrió con ella directamente a la habitación de Eveleen empujando puertas y gente que se cruzaba hasta que los ojos negros de ella lo vieron con su hija en brazos.

- La vi en el suelo… - Musito con su grave voz teñida de espanto.

  Ella solo la tomó en brazos y la puso sobre la cama mientras gritaba desesperada

- Quiero a las criadas y a los curanderos ahora frente a mi!!!!!-

  Ruidos de pasos desesperados se sintieron y Mephisto no se movió de su lugar hasta que ella lo miró con calma dentro de toda su desesperación

- Gracias por traerla... Hija mia, esto es mi culpa, por favor perdóname!! -

  Mephisto la miró, hasta ese minuto se veía calmada pero sus ojos negros develaban el horror de tener a su hija en esa posición. Claudio llegó a la habitación desesperado y Nadine unos segundos después palida quedándose junto al umbral de la puerta 

- Eveleen qué le ha ocurrido a Paulette?!?! Está bien? -

 Pero Eveleen no le respondió, solo sentía odio y tristeza que Mephisto olía en el ambiente y retrocedió hasta quedar junto a Nadine en el umbral mientras le decía 

- Tu madre sabrá que hacer, ella no permitirá que nada malo le ocurra -

 Nadine tomó la mano de Mephisto fuertemente y salieron de la habitación en el momento en que los curanderos entraron y la puerta se cerró tras de ellos.

- Mi señora, el cuerpo de la niña siempre ha sido débil, usted lo sabe. Ahora es casi imposible que nosotros podamos hacer algo -  Comentaba uno de los curanderos ante la mirada desgarrada de Eveleen y Claudio 

- Yo haré lo que sea por ella, saben que soy capaz!! -

 Eveleen se arrodilló ante los curanderos mientras estos impávidos contemplaban la escena, la emperatriz del mundo vampírico estaba de rodillas delante de ellos rogándoles. El más anciano pidió a los otros que se retiraran quedando solo con la pareja 

- Mi señora, usted sabe que la situación de la niña desde su nacimiento no ha sido auspiciosa, su “sangre” esta sucia y su cuerpo lamenta esto… la caída que sufrió es mortal en humanos débiles pero si su hermana hubiera caído quizás solo sería un poco vergonzoso -

 Claudio guardaba silencio mientras el anciano lo miraba con desdén, ahora que las princesas sufrían este perdía el poco respeto que le tenían en el reino 

- Mi señora, quizás si usted esta dispuesta a entregarle algo de su sangre podríamos hacer un ritual… estamos bajo la luna llena y un ritual antiguo podría funcionar… -

- Yo… puedo hacer algo? Es mi hija!!- 

 Claudio gritó pero Eveleen no quiso mirarlo y el curandero esbozo una sonrisa irónica 

- Creo que has hecho demasiado ya, y con respeto Mi Señora, creo que deberá tomar decisiones al respecto -

 Claudio no entendía nada, este miraba a Eveleen quien respiro profundo y sin mirarlo respondio

- Anciano, después de que mi hija mejore tomaré las decisiones pertinentes pero ahora no hay otro tema en mi cabeza - 

  El anciano inclinó su cabeza ante ella y salió como si el hombre no estuviera allí. Esto no paso desapercibido para él quien tomo a Eveleen por los hombros y la forzó a mirarlo mientras los rostros de ambos, desesperados, cansados y sin respuestas permanecían inmutables. Claudio rompió el silencio

- Dime qué es lo que está pasando! por qué ese curandero me trató asi? o acaso no soy el esposo de la emperatriz del mundo vampírico Eveleen?

  Se mantuvo silenciosa, pero Claudio continuó


- Eveleen amor mío, es mi culpa todo esto?” 

  Ella trató de mantenerse compuesta pero las lágrimas cruzaron su rostro 

- No, es mi culpa… por enamorarme de alguien como tú siendo yo quien soy. Si hubiera renunciado a todo esto y solo quedarme a tu lado… -

  Claudio trató de darle la mano pero esta se negó 

- Yo te amo, es lo único que se hacer. No se donde más ir, no quiero estar con nadie que no seas tú, soy feliz con las niñas pero sin ti nada tiene sentido -

 Eveleen no pudo máss, le pidió que saliera, que se alejara, tenía el corazón destrozado y su hija sufría por sus malas decisiones.
  La noche pasó, las criadas seguían atentas a cualquier cosa que su ama pidera, Nadine se había dormido acompañando a Paulette y Eveleen caminaba por el cuarto sin perderla de vista hasta que un golpe suave en la puerta la sacó de sus pensamientos 

- Pase -  Musitó un poco molesta pero su rostro cambió al ver a Mephisto

- Mi Señora, yo quería ver como se encontraba…” 

 Ella sonrió, su sonrisa aunque apagada era sincera 

- Yo cometí tantos errores, creo que demasiados y ahora mi pequeña Paulette sufre por ellos -

 Mephisto caminó hasta una de las ventanas de la habitación, donde el último haz de luz se deslizaba y cerro los cortinajes 

- Yo camino a diario a la hora del crepúsculo buscando tranquilidad, o mejor dicho soledad. Hace algunos días vi una sombra pasear por los pasillos con un ritmo muy especial y absoluta calma, posándose bajo los rayos del sol que se asomaban entre las ramas... desde que la vi me pregunté por qué ella salía a esa hora del crepúsculo… Tanto Nadine, usted, yo y como muchos de nosotros no es capaz de salir cuando hay luz -

 Eveleen lo miró, lentamente este vampiro frío que apenas hablaba y sólo hacía lo que debía había cambiado tanto ante sus ojos, era sincero y directo, había visto algo que muchos otros jamás habian notado

- Claudio es humano - dijo de golpe, de manera violenta y él simplemente la miró

- Condené a una de mis hijas a una posible muerte por descuidarme y no seguir las reglas y si al anochecer debo dar la vida para que ella se salve así lo haré -

 Mephisto bajo la mirada con vergüenza

- Usted lo ama? -

 Ella trató de aguantar el dolor pero no rehuyó a la pregunta. Una sonrisa amarga se poso en su rostro

- Lo amé hasta que lo convertí en ghoul… las niñas comenzaron a crecer y el envejecía… no quise convertirlo antes pero lo hice por ellas, no lo encontré correcto pero al ser un ghoul el ya no tenía mente propia, ya no… -

  Mephisto lo entendió, entendía lo que hablaron bajo el árbol y posó su mano en el rostro de Eveleen y esta lloró con dolor, con pena, con culpa mientras apoyaba su cabeza en el pecho de Mephisto 

"- Solo quiero pedirte una cosa, si debo morir deseo hacerlo bajo tu hacha, si debo sangrar se tu quien me haga sangrar y si esta noche caigo, espero caer en tus brazos -

  El joven miraba a la fiera guerrera frente a él que había destrozado a los demonios que lo atacaban, desde ese minuto no pudo dejar de mirarla y ella no pudo alejarse mas de él."

  El la apretó contra su pecho y ella cerraba los ojos con dolor. Nadine había oído todo, le dolía el cuerpo, temblaba. Sin que lo notaran se acercó a Paulette y tomó su mano 

- Somos iguales, únicas, no me importa si eres humana, vampiro, demonio, sólo se que eres mi hermana y te amo -